El Banco Central Europeo, principal organismo supervisor de entidades bancarias en Europa, está preocupado por el avance de la morosidad que conlleva la pandemia del Coronavirus. Sus estimaciones más recientes señalan unas cifras de NPL superiores al billón de euros (1,4 billones concretamente). Por esta razón, el organismo defiende la necesidad crear un “banco malo” en la Unión Europea que asuma los Non-Performing Loans durante la crisis derivada de la COVID-19. La posibilidad vuelve a escena tras ser descartada en 2008, pese a que fue defendida por Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet y el entonces presidente de los Estados Unidos Barack Obama.
Un Banco malo, también conocido como es una entidad financiera creada para comprar los llamados activos tóxicos, que son aquellos activos contabilizados en el balance de un banco por un valor sobrevalorado a fin de salvar el sistema financiero.
Así pues, en caso de que los bancos contabilizaran los activos por su valor actual de mercado (que una vez estallada la burbuja tienen un valor mucho menor), tendrían que declarar en quiebra y arrastrarían con su caída toda la economía de un país. La creación de un banco malo por parte del gobierno es una de las medidas que se propusieron tras la Crisis hipotecaria de 2007 a fin de sanear bancos.
Esta vez ha sido el presidente del Consejo de supervisión del organismo, el MUS (Mecanismo Único de Supervisión) el banquiero italiano Andrea Enria, en una conferencia sobre regulación bancaria en Frankfurt, ha defendido la creación de una red de entidades de gestión de activos o “bancos malos” con el fin de atajar de manera “más ágil y eficiente” el previsible aumento de morosidad y activos dudosos.
El directivo ha asegurado que la experiencia en la crisis financiera de 2008 demuestra que “cuando se utilizaron empresas de gestión de activos”, los balances bancarios se sanearon más rápidamente, recuperando su capacidad para conceder préstamos.
Hay que recordar que finalmente, solo España, Irlanda y Alemania crearon bancos malos respaldados por el Estado después de la crisis financiera de 2008 para hacer frente a los aumentos repentinos de la deuda bancaria tóxica. La propia Unión Europea restringió entonces la opción de crear sociedades de gestión de activos de la banca por parte de los gobiernos, a menos que sea la propia UE quien los promueva como parte de una resolución oficial. En España, la Sareb aún sigue drenando la cartera procedente de los bancos españoles.
Más de 1 billón de créditos morosos
El Banco Central Europeo estima que, “en un escenario grave pero plausible”, los activos improductivos de los bancos de la zona euro podrían alcanzar los 1,4 billones de euros, “muy por encima de los niveles de las crisis financiera y de deuda soberana de la UE de 2008 y 2011”. Los principales detractores de esta medida afirman que hasta ahora la estabilidad financiera se ha mantenido. El principal argumento para rebatir esta afirmación es que hasta ahora, las consecuencias de la pandemia aún no han aparecido en los balances de los bancos, así lo recalcan desde el Banco Central Europeo.
El BCE señala al respecto que este organismo permitiría ser “más eficaces y rápidos” en el tratamiento de los impagos, sin que los bancos se vean abrumados por los NPL
Por su parte, el Banco de España ya ha mostrado su preocupación advirtiendo que la crisis tendrá un impacto negativo sobre la calidad de la cartera crediticia de las entidades, cuya magnitud dependerá de su duración y severidad.
Próximos pasos
Enria ha señalado la importancia de “anclar firmemente a nivel europeo” los elementos relacionados con la financiación y los precios. Así, los recursos proporcionados o garantizados por un organismo europeo permitirían a cada “banco malo” nacional beneficiarse de la posición crediticia de la UE y disfrutar de un mejor acceso al mercado.
En este sentido, ha reconocido que los recursos financieros comunes requerirían de metodologías y datos de valoración debidamente estandarizados y verificados para determinar el precio de transferencia de los activos, añadiendo que el bajo coste de financiación y una metodología de valoración común cuidadosamente diseñada y verificada “deberían garantizar el equilibrio adecuado entre las pérdidas impuestas a los bancos por la transferencia de los préstamos dudosos y la rentabilidad a medio plazo del plan de rescate de activos”.
Asimismo, la propuesta del presidente del MUS apunta a que el acceso directo a dicho esquema debe limitarse a aquellos bancos que, en opinión del supervisor, tienen un modelo de negocio viable, que les permita prosperar como entidades independientes cuando la crisis haya terminado, mientras que para otros bancos la participación debe basarse en una condicionalidad estricta, incluidas medidas de reestructuración sustanciales.
Por último, Enria ha defendido la posibilidad de diseñar un marco que limite o incluso evite cualquier mutualización de las pérdidas crediticias en la UE, ya que las pérdidas podrían asignarse de acuerdo con la nacionalidad de los bancos originarios y el esquema nacional correspondiente.